Recordando al Dr. Druzo Maldonado Jiménez


Angelica Correa
Publicado:  Núm. 5, vol. 5


El Dr. Druzo fue una persona que se caracterizaba por su amabilidad y sencillez. Un admirable académico que deja, sin duda, un gran hueco en la etnohistoria. Quiero aprovechar este espacio para recordar su acompañamiento académico, se trata de un conjunto de experiencias que se traducen en enseñanzas y experiencias que ahora forman parte de mi historia.

Como director de mi tesis, tuve oportunidad de tener un constante trato con él; nos reunimos cada 15 días durante aproximadamente tres años. En esos momentos hablábamos de diversas temáticas relacionadas con los avances de investigación, entonces teníamos oportunidad de compartir diferentes experiencias y opiniones. Recuerdo cuando hablaba sobre su trabajo de campo en Cuatetelco, Morelos, en espacial sobre el registró del ritual a los aires, una actividad larga y compleja a la que asistió en repetidas ocasiones debido a que se conforma de diferentes caminos, y todos ellos los recorrió. Me gustaría señalar que en sus narrativas se reflejaba el respeto y el cariño que les tenia a los especialistas y a los habitantes con los que convivió durante ese tiempo.

Aprendí mucho gracias a su seguimiento y paciencia, recuerdo el detalle de sus observaciones que van desde la importancia de precisar un punto, sustituir alguna palabra, “quitar el choro” (como él decía), agregar gráficas, mapas que explicaran mejor, cambiar algún artículo, entre otros detalles. Tenía una forma muy amigable de dirigir su buen humor, no se contraponía a sus comentarios y explicaciones certeras; soy afortunada porque tuve la oportunidad de conocerlo y de contar con su acompañamiento. En fin, es una lástima su partida. Si tuviera la oportunidad de decirle algo le diría: Gracias por todo, doctor.

  • Estudiante de maestría en el Posgrado en Historia y Etnohistoria, ENAH

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