Resumen. El presente texto tiene como objetivo mostrar que en la Nueva España del siglo XVII, a pesar del predominio de la Iglesia católica, existió un pequeño grupo de personas, tanto hombres como mujeres, que se dedicó a practicar y difundir una forma diferente de vivir la religión. Concretamente representó una nueva vía de percibir el amor de Dios, amor con el que se lograba la libertad del alma, lo que a su vez conllevó a los practicantes a la impecabilidad. En otras palabras, estos individuos, que las autoridades inquisitoriales denominaron alumbrados, con su comportamiento, fundamentado en el amor de Dios, no podían pecar. No obstante,de acuerdo con la óptica de las autoridades eclesiásticas, aquellos adeptos al alumbradismo caían en varios vicios, mejor conocidos como pecados capitales (lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia), lo que resultaba en una ignominia a la fe y a la moral católica, que por supuesto tenía que ser erradicada por uno de los poderes judiciales de que disponía la Iglesia católica para salvaguardar a los fieles de conductas heterodoxas y perniciosas, esto es, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición.
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